El Dr. César Soto lamenta que no podrá leer todos los libros que quisiera en esta vida.
Como profesor de literatura universal, él Dr. Soto ha edificado su carrera sobre el estudio y enseñanza de la mejor prosa que ofrece el mundo. Un maestro por naturaleza, siempre puntúa cada conversación con, “No es que quiera convertir esto en un momento de aprendizaje, pero…” Siempre trae tres libros por donde quiera que va, y son distintos cada día.
Cualquier estudiante de literatura te dirá que para narrar una buena historia, se debe buscar que la misma llegue al corazón de las personas. La de Soto no es una excepción.
El Más Grande Legado
Soto nació de padres inmigrantes en San Fernando, California (también conocido como “El Valle”). Se crió dentro de la cultura inmigrante Mexicana pentecostés, una comunidad vibrante caracterizada por iglesias humildes y visitas hospitalarias donde no podía faltar el cafecito. La comunidad entera se movía pronto para ayudar a personas o familias que de repente padecían de necesidad. En el barrio de Soto en El Valle, evangelizar por las calles superaba la búsqueda intelectual. Aunque nunca empobrecidos profundamente, las preocupaciones que suelen tener miembros de la clase trabajadora–y la piedad–importaban más que, digamos, aplicar teoría cultural a la literatura del siglo 19. Para Soto, eso vendría después.
Como académico, Soto trafica en teoría y abstracciones. Pero durante su niñez, su fe fue forjada por experiencias en las cuales experimentó el poder de Dios en carne propia. El Dr. Soto atestiguó cómo el poder de Dios alcanzaba hasta su comunidad inmigrante, por medio de sanidades inexplicables y la provisión milagrosa de recursos.
La mamá de Soto se convirtió cuando él tenía tres años, y ella tomó muy literalmente el mandato de Cristo de ayudar al pobre. Ella por lo regular llevaba a su hijo César y a sus hermanos, cuando ministraba a gente sin techo y algunos que luchaban con adicciones, muchas veces ofreciendo su hogar como refugio.
Mientras Soto veía a las personas más inesperadas tener encuentros con Cristo por medio de su madre, él aprendió a tener esperanza por cada alma, no importando sus condiciones o pecado. “El mayor legado que me otorgó mi madre es introducirme a Cristo,” afirma Soto. “Aparte, me demostró que ninguna vida está más allá de la redención.”
La fé de la madre de Soto saturó su forma de criar a sus hijos. Ella le permitía a Soto consumir medios Cristianos, aunque eso no le estorbó en leer a Stephen King al igual que a A.W.
Tozer,o Anne Rice con C.S. Lewis. La maestra de tercer grado de Soto, la Señora
Wallander,apoyó al lector voraz. De acuerdo a Soto, ella fue quien plantó la semilla de su desarrollo intelectual.
Progresó de la ficción comercial hacia la literatura clásica cuando descubrió la elevada prosa de Cumbres Borrascosas, escrita por Emily Bronte, cuando tenía 17 años. En ese entonces se da cuenta que la literatura que le estiraba su mente, era la misma que hablaba a su corazón.
Éxito en la Licenciatura
Después de graduarse de la prepa, Soto comenzó sus estudios en California State University Northridge. Luego de intentar materias científicas sin éxito, se dirigió a la literatura y a Estudios Mexicanos-Americanos.
Los mentores de Soto inmediatamente percibieron su talento para la escritura, investigación, y análisis literario, tanto que lo invitaron a presentar proyectos en conferencias. Él se acuerda del orgullo de sus profesores cuando él, un estudiante minoría y aprendiz de literatura, se ganó el premio “Tesis de Honores del Año” entregado por su Facultad.
Muchos momentos en los cuales el poder de Dios se manifestó siguieron a Soto en su vida escolar. Momentos antes de presentar un proyecto en su primera conferencia internacional, Soto vio a un investigador de renombre en la audiencia, el cual Soto había citado en su presentación. Con el corazón palpitando y las manos temblando, le hizo una oración desesperada a Dios.
“Dije, “Dios, solo úsame.’” dijo Soto. “Desde ese día, aún mi manera de mover las manos cuando hablo cambió. Mi presentación fue bien recibida y me invitaron a participar el año siguiente.”
Soto se graduó con sus licenciaturas en Literatura con Honores y Estudios Mexicanos-Americanos en 2007. Sosteniendo sus intereses literarios, obtuvo su maestría en Literatura de la misma institución 5 años después, obteniendo más reconocimientos y galardones académicos. El programa doctoral fue el próximo paso lógico para el investigador emergente.
¿Y Ahora Qué?
Siendo ganador dos veces del premio Ford Fellowship, Soto fue aceptado en siete programas doctorales. Se inscribió en Notre Dame en el 2012 y comenzó su doctorado en Literaturas Británica y Mexicana del siglo 19.
A esa altura, Soto estaba probando los frutos de sus dones intelectuales. Escribió su disertación en unas de las universidades más prestigiosas, recibiendo mentoría de parte de algunas de las mentes más brillantes. El fundó la Asociación de Latinos Posgrado en Notre Dame-que sigue vigente después de 11 años de su inicio. E incluso viajó a Irlanda, Inglaterra, Roma, y Argentina para sus estudios, y búsquedas en los archivos.
Más espiritualmente, él estaba retrocediendo. Viviendo de acuerdo a sus propios deseos, empezó a desviarse de los servicios de la iglesia, la oración, y discipulado. Aun así, el haber visto las obras de Dios en su niñez evitó que su fé se desvaneciera por completo. La tensión entre su mente y su alma lo abrumaba; pronto, batallaba rutinariamente con sonrisas artificiales y risas vacías.
“Era muy infeliz pero fingía estar alegre,” dijo Soto. “Sentía una soledad.”
Él recuerda una noche en particular, cuando, sentado en su pórtico, batalló con su soledad inquebrantable.
“Yo pensé, ‘acabo de ir a una grandiosa conferencia,'” dijo Soto. “‘Estoy aquí en Notre Dame. Me dieron todo este dinero para estudiar.’ Pero algo en mi dijo, ‘¿Y ahora qué?'”